sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad


La luz del belén está encendida, también la flor de pascua ilumina el rincón al lado de la estantería. Este año no hay árbol de Navidad, pero no importa, el espíritu navideño está en el interior de cada uno. La mesa tiene la vajilla de porcelana buena a la espera de que alguien la distribuya y coloque todo en su sitio para servir la cena.
Es nochebuena, aunque ya no es como antes, cuando éramos pequeños. A pesar de todo, las cosas no eran fáciles tampoco entonces, el sueldo de mi padre se estiraba, la paga extra de Navidad ayudaba a que todo fuese un poco menos sobrio. Nunca cenamos lubina, ni cordero lechal, ni rodaballos, ni centollos, ni percebes... Mi padre criaba para la ocasión pavos. Grandes pavos, gigantes, de los que se hacía caldo, filetes de pechuga aliñados, muslos al horno, alguna gamba, entremeses, sidra, vino de la tierra, ensaladas, mantecados, polvorones, cerezas al marrasquino, fruta escarchada, anís, licor 43, ponche caballero, brandy...
Eran buenas esas Navidades, recuerdo a mis tíos, mis primos, los hijos pequeños de mis primos. Todos cabíamos en mi casa, pequeña, minúscula. Al son del tocadiscos bailábamos los villancicos populares, cantábamos y reíamos, todos juntos, sin penas, disfrutando de la alegría de compartir una noche el calor de la familia.
Eran malos tiempos, porque había pocos recursos, porque se ahorraba para que los Reyes Magos trajeran lo que los niños anhelábamos y si no, cualquier otra cosa que nos hiciera olvidar que no era eso lo que habíamos pedido. Todo era bonito. El frío, el sorteo de Navidad. Recuerdo que por aquel entonces ya no había colegio ese día y me levantaba muy temprano para sentarme al brasero y la mesa camilla, desayunar con el pan de aceite y ver, décimos y participaciones en mano, como el dinero siempre iba a parar a cualquier parte menos a mi casa. Mi padre decía: “el que juega por necesidad pierde por obligación, no lo olvides Mari”. O también esto otro “no nos toca la lotería porque no nos hace falta”. Quizá tenía razón.
A pesar de la crisis, del paro, de lo precario de los empleos, las tiendas están llenas, la gente compra para estos días como si fuese a llegar una guerra, hoy no quedaba sidra en las estanterías del supermercado, antes de ayer el hueco de la sal para hornear lucía así, hueco porque se había agotado, las pescaderías rebosan ricos pescados, mariscos de todo tipo que la gente compra sin más, aunque el resto del año sólo tengan por costumbre cenar una fruta y un yogur.
Mucha gente se muere de hambre en el mundo, no sólo estos días, sino todo el año durante siglos.
La globalización trae miseria a demasiadas personas y en este país todo se va un poco más cada día, al traste.
Pero hoy es Nochebuena, mañana Navidad y nosotros estamos aquí, con una rica cena esperando, ricos postres, calor, compañía, amigos, familia, vecinos. Todos con ganas de descansar por unas horas de tanta política, tanta histeria, tanto mal que hay en el mundo. Por suerte nosotros estamos aquí y podemos y yo diría que casi tenemos la obligación de disfrutar todo lo bueno que nos rodea, obligación de buscar momentos en los que ser un poco más felices, porque después de todo, todavía, somos afortunados.
En vez de desearos os voy a pedir que seáis felices, que os aferréis a la más mínima esperanza de que todo va a ir a mejor, de que vamos a salir de esta y de que seremos como el ave fenix cuando todo mejore. Dejemos de quejarnos si todavía tenemos algo que poner en nuestras mesas y si todavía podemos comprar un regalo para los nuestros, sencillo, pero con todo el cariño que somos capaces de regalar.
Demos lo que no nos cuesta nada, amor. Compartamos lo que tenemos y hagamos que las personas que están a nuestro lado disfruten de la vida y del nacer de un nuevo día.
Felicidades a todos, por ser, por estar.

martes, 14 de diciembre de 2010

Llora Granada


Llora triste la guitarra, largo lamento por las calles de Granada. El Albayzín se quedó solo, ya se quedó sin voz el barrio moro de la ciudad de la Alhambra.
Afligidos los gitanos, van errantes por si algún quejío se escapó y pueden abrazarlo fuerte, por si Enrique no se marchó, por si están soñando y lo vuelven a encontrar tomando café en El Pasteles.
La voz de la Poesía se ha apagado para siempre. Lorca lo recibirá con los brazos abiertos, para juntos poner el alma y la música allá donde quiera que se encuentren.
La estrella que tanto buscó, iluminará su camino hasta guiarlo a ese “mundo sin mentiras, con menos odio, más clemencia y más piedades”. Desde allí “disipará las nubes negras que nos acechan y abrirá un mundo nuevo sin fusiles y sin venenos”.

El sentimiento se hacía cante, la voz salía de su garganta para derretir las almas, para llegar hasta el corazón de todo el que amara la Música.

No es fácil ser grande y humilde a la vez pero él lo consiguió. Fusionar el flamenco con otros aires, recibir grandes premios y reconocimientos para luego comprar unos zapatos en el “mercaíllo” de la Plaza Larga, reír con sus vecinos, formar una familia y vivir en el barrio que le vio nacer. Ser de corazón grande con los humildes y no olvidar sus orígenes fue su virtud más loable.
Unir la poesía de Miguel Hernández, García Lorca, los Machado, Lope de Vega, Bergamín, San Juan de la Cruz, Guillén o Rafael Alberti con el duende del flamenco fue uno de sus logros.
Pero ya duerme sin fin...” Porque la muerte es implacable y, dicen las malas lenguas, siempre se lleva prematuramente a los mejores. Ya se lo llevó con ella, para que le cante al oído: “La Alhambra lloraba”
Por las gradas sube “Enrique”
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta“
Sé feliz allá donde te hayas ido, no me cabe duda, de que estés donde estés ha comenzado la fiesta.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Luces


Los días se suceden, unos detrás de otros. La monotonía no deja espacio para nada más, cuando las calles se alegran a la fuerza luciendo brillos recortados por la falta de presupuesto, cuando los escaparates lucen llenos de cosas que mucha gente no podrá comprar, cuando el que tiene guarda y el que no tiene añora, cuando la vida quiere seguir como si nada pero la nada lo inunda todo...
Llega la Navidad ya a los grandes almacenes, a las tiendas chicas y grandes, a las casas de mucha gente, al mundo civilizado y católico. Incluso muchos de los que se declaran agnósticos, ateos, a- lo que sea, los que creyeron en Dios y ya no creen, los testigos de Gehová, los que nunca fueron a misa aunque estén bautizados... Casi todo el mundo celebra el nacimiento de un personaje que dicen que realmente existió y del que escribieron sus memorias cada cual a lo que le convino y a partir de ahí se lió la que se lió.
Todos quieren ser felices durante escasos quince días, hacer como si nada, comer como si no lo hubieran hecho nunca, gastar como si sobrara, atiborrar de juguetes a niños que no los quieren, no los usan o quieren otros distintos...
Todo es un sin sentido, todo es un desquicie de locura, todos queremos tener estos días para gastar y ser felices a la fuerza y parecer lo que no somos y comprar lo que no necesitamos.
Es en estos momentos, como en muchos otros, cuando me gustaría desaparecer del mapa, cuando me gustaría esconderme en un rincón apartado del mundo, donde el silencio sólo fuera roto por el ruido de pájaros, donde el aire oliera a primavera, donde no hiciera ni frío ni calor, donde todo estuviera tranquilo y nada sobresaltara mi alma inquieta.
Porque me duele tanto derroche, me duele tanta lucha absurda por no sé qué cosas, porque la gente miente y falsea, no es lo que parece y parece que es lo que no es.
Es en estos días absurdos cuando me gustaría ser capaz de romper con todo y faltar a la cena de Noche Buena y no comprar regalos de Reyes y no celebrar fin de año con doce estúpidas uvas y una carísima botella de Champán, y no hacer como si la vida pasara sin pena ni gloria por las casas de la gente corriente.
Cada día dudo de si pertenezco a este planeta, cada día pienso que soy un alma extraña atrapada en un cuerpo corriente, en una vida corriente...

sábado, 27 de noviembre de 2010

Vivaldi El Otoño


Preludio de nieve y frío, cuna de hojas caídas y lluvias esperanzadoras, tiempo de membrillos y acerolas, sol velado, vendimia de risas y uvas, sosiego para el alma, descanso para el cuerpo después de días frenéticos de sol y playa.
El otoño es una gran estación, Vivaldi lo refleja con su música de violines, colores ocres, amarillos, naranjas.
Me gusta, el otoño, sus días tranquilos, la vuelta a la rutina, olor a libros nuevos, libretas por estrenar, lápices de colores, mochilas, zapatos gorila, lluvias renovadoras, pies mojados presurosos por la ciudad buscando un café donde ponerse a cubierto mientras pasa el aguacero…
En esta forma de vivir que llevamos, donde no nos fijamos en lo que pasa sin prisa pero sin pausa, los días unos detrás de otros, impasibles, sabiendo que el mundo es así, la vida es así, hagamos lo que hagamos, un día sucede a otro, una estación a otra. Que el mundo avanza y seguimos inmersos en nuestros problemas, en los problemas de los políticos, en la bolsa que sube o que baja, en el sueldo que no nos llega, esto para el que tenga la dicha de tenerlo, la hipoteca, el dinero que no tenemos pero que aún así nos gastamos en las vacaciones… Y mientras, las hojas se caen un año más, la temperatura baja como cada año, el frío empieza a instalarse en nuestras casas y nuestros huesos, los hijos crecen, los padres envejecen, las puestas de sol siguen igual de bellas, los amaneceres igual de esperanzadores, los días en definitiva que significan una oportunidad más para vivir, para fijarnos en lo importante, para crecer, para sentir, para cambiar, para soñar, para ayudar, para amar, para hacer amigos, para cuidar los que tenemos, para ser conscientes de lo que somos, lo que queremos, lo que necesitamos…
A veces, demasiadas veces, no vemos esa oportunidad, porque las letras, los números nos ciegan, las ansias de querer ser lo que no somos así a las bravas, nos impiden ver donde está lo importante, demasiadas veces nos conformamos con ser como los demás quieren que seamos, amoldándonos a una vida que no es la nuestra.
Me gusta el otoño, porque disfruto de todas y cada una de las estaciones del año, gozando lo que hay de bueno cada día, cada mes. Esta vida es un regalo y aunque a veces encontramos dificultades que nos hacen sentir un poco mustios, un poco tristes, debemos sentirnos privilegiados, porque cada día que amanece es una gran oportunidad para cambiar algo en nuestro mundo que nos ayude a seguir adelante.
maría

jueves, 25 de noviembre de 2010

Padres e Hijos



Solo un 7% de los padres se implica en la crianza de los hijos tanto como las madres”

Es el titular de una noticia de hoy en El País. Me parece significativo en un día donde se habla en todos los foros sobre violencia doméstica.
La madre, trabaje fuera de casa o no, se siente sobrecargada y con la sensación de no llegar nunca e incluso de no estar el suficiente tiempo con sus hijos.
El modelo tradicional en la educación de los hijos sigue siendo el que impera a la hora de criar a los niños.
Con estas cifras se demuestra que no hemos avanzado demasiado. La mujer sigue siendo la que se encarga de casi todo lo relacionado con los hijos, la que educa, lleva, trae, falta al trabajo para llevar al retoño al médico, se levanta por las noches, tenga que madrugar o no, cambia al bebé, le prepara biberones...
El problema empieza cuando, se dice “te voy a ayudar”, “yo ayudo a mi mujer en casa” “yo le echo una mano a mi mujer con los niños”... como si la casa y los niños fueran propiedad exclusiva de la mujer y el marido estuviera ahí no sé muy bien para qué.
Con esta forma de criar, educar a los hijos seguimos marcando a fuego los roles machistas de los que tanto creemos huir pero que nos persiguen en casi todos los ámbitos de la vida.
Si un padre se implica cien por cien en la crianza de los niños, en la cooperación, que no ayuda, de las tareas domésticas, si los hijos ven que ese barco es de todos y que hay dos capitanes, serán niños y a la postre adultos más sanos física y mentalmente.
Los niños necesitan sentirse arropados y amparados por los dos, desde la concepción, saber que son importantes para ambos ser mimados y besados, queridos por las dos personas que le dieron la vida.
No siempre es así, no siempre están ahí, no siempre el padre está dispuesto a dar el todo por el todo por los hijos. Piensa que con ganar dinero para alimentarlo y vestirlo cumple con su función.
No saben estos padres que el alimento del alma en esos primeros años es tan importante como el del cuerpo, no saben, porque no se quieren enterar, que ese alimento será la base para que ese hijos sea un adulto feliz y completo.
El problema, es que cuando se quieren dar cuenta ya es tarde, porque aunque intenten rectificar nunca podrán compensar lo que no hizo y el exceso fuera de tiempo puede llegar a ser tan dañino como el defecto años atrás.
Queremos que se erradique la lacra de la violencia de género, doméstica o como se le quiera llamar, pero seguimos sin gastar demasiado en la Educación no solo de los hijos, sino también de los adultos cuando quieren ser padres.
Es el trabajo más importante que realizaremos en la vida y qué poco nos preocupamos de pre-educarnos antes de tener un hijo.
Siempre hay excepciones que confirman la regla. Ojalá deje de ser pronto una excepción.
maría

lunes, 15 de noviembre de 2010

El ego, la conciencia y el corazón


Sólo cuando desaparece el Ego y surge la conciencia podemos pensar con el corazón”
Demasiado a menudo nos recreamos en nuestras penas. Pensamos, cuando algo en la vida no nos sale como quisiéramos, que somos los más desgraciados, que la vida nos trata mal, que nosotros somos buenos y merecemos ser felices.
Recrearse en el dolor de una pérdida no es sano. Es sabido que cuando alguien desaparece de nuestras vidas, por cualquier circunstancia, por cualquier avatar, sufrimos. No nos gusta prescindir de lo que consideramos nuestro y con las personas que nos rodean pasa que las sentimos de nuestra propiedad y que nunca deben irse de nuestro lado.
Cuando alguien muere hay que hacer duelo. El tiempo de luto no es ni más ni menos que eso.
Pero pasado ese tiempo la vida ha de seguir, la vida ha de continuar. Flaco favor nos hacemos a nosotros mismos y a los que nos rodean si constantemente nos hacemos los mártires, los más desgraciados.
La vida es ¿maravillosa? No, la vida es lo que es, una sucesión de días con sus noches en los que tratamos de sobrevivir, en los que hacemos lo imposible por ser felices, por estar tranquilos, por sortear lo que nos hace daño, por trabajar en lo que nos gusta, por disfrutar con un libro, por deleitarnos con música, por recrearnos en una comida que nos haga sentir bien, por amar, por sentir la compañía de alguien a nuestro lado, por buscar amigos que nos conforten...
La vida es eso y alguna que otra cosa más. Lo importante es que cuando alguien nos deja sepamos afrontar el hecho y ver si tiene algo de positivo. Aferrarnos a eso y seguir hacia delante, sin mirar atrás, con la ilusión puesta en lo que vendrá, pero sin recrearnos en el dolor de lo que se fue. Dijo alguien, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Y es cierto, siempre es cierto.
Sólo cuando pensamos con el corazón podemos dejar que el que se fue lo haga en paz.
maría

domingo, 31 de octubre de 2010

Cuando era niña



Recuerdo el aroma de las mariposas encendidas sobre el aceite de oliva. Recuerdo las sombras danzantes que se proyectaban en la oscuridad de la habitación cuando a media noche te levantabas sin hacer ruido.
Recuero el olor de las castañas asadas, las nueces nuevas, la granada roja con azúcar, el olor a mojado de las primeras lluvias.
La visita al cementerio, a “ver” a los abuelos muertos hace tantos años. Limpiar su tumba, cambiar las flores añejas por otras de colores vivos, descarados. El ramo de flores frescas, propias de esta época que pasaron a llamarse “flores de muerto” no sé cuando ni por qué. El recorrido entre las tumbas, unas pegadas a otras en el camposanto del pueblo en el que nació mi madre y al que no quiso volver nunca porque ya no estaba la suya.
Visitar las tumbas de los que ya no están, a los que conocí pero de los que tenía un recuerdo lejano, porque soy la más pequeña de una larga familia, hija de los más pequeños de sus casas y que me trajeron al mundo cuando ya no era tiempo casi de tener más hijos. Todo el mundo ha sido viejo casi siempre en mi vida.
El tiempo que pasa por la mía, el que me deja canas en el pelo y me hace más comprensiva, es el que me acerca cada vez más a esos a los que pertenezco pero de los que en muchas ocasiones me he sentido tan alejada.
No hay nada mejor que crecer, avanzar, envejecer en cierta medida, aunque aún me considero joven, para entender a tus padres, a los que ya venían de vuelta cuando tú ibas pero que te parecían tan distantes de tu existir.
El mes de los muertos, como mi madre lo llama, en el que mantiene perennes unas velas iluminando el camino de los que se fueron, tal vez por si hay alguno perdido, es un tiempo de calma, de reflexión, en el que tal vez deberíamos sentarnos y reflexionar sobre la vida, esa que se nos escapa mientras tratamos de llenarla de cosas vacías, de cosas que lejos de hacernos más felices nos hacen cada vez más esclavos. Se puede vivir con menos, pero para eso primero hemos de llenar más nuestro corazón y nuestras almas de todo lo que no se compra.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Me gustaría...

Me gustaría vivir en un faro, aislada del mundo, contigo, disfrutando de cada atardecer y de cada amanecer. Con el viento en la cara, con el olor del mar.
Me gustaría ser libre, sentirme libre, saberme libre, para disfrutar de cada día, de cada hora, de cada momento vivido a tu lado...
Me gustaría no pensar en nada, olvidarme de los problemas, no necesitar nada, sólo tu presencia, sólo tu aliento, sólo tu mirada...
                                                                                                                                                   

martes, 7 de septiembre de 2010

PASION VEGA - Lucía (cantando para Juan Manuel Serrat)

A principio de verano descubrí una canción que seguramente había oído en alguna ocasión pero que, por alguna extraña razón, no recordaba. Me encantó. La letra es un poema, como todas las de Joan Manuel Serrat, y la interpretación de Pasión Vega un canto de admiración hacia el cantautor catalán.

Todo un lujo para los oídos que me ha apetecido esta noche compartir.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Comienzo

Dicen que todos los comienzos son difíciles. Hoy es el primer día en esta andadura y tal vez no salga lo que debiera.
No es tan sencillo, pero con paciencia y tiempo tal vez consiga algo de lo que sentirme un poco orgullosa y este rincón se convierta en un espacio de lectura, tertulia y, con suerte, de paz y tranquilidad.
Los días pasan y los sueños también. Hay que atraparlos y perseguirlos, aferrarse a ellos para que no se escapen entre los dedos, para que no se nos olvide lo que queremos y por lo que luchamos.
Demasiadas veces la mente nos juega malas pasadas y hace que perdamos el hilo, que no encontremos la línea que nos marcamos para llegar allí donde queremos.
Disfrutemos de los días, mimemos nuestros sueños, trabajemos para que el espacio y el tiempo a nuestro alrededor se aproxime lo más posible a aquello que anhelamos.