lunes, 15 de noviembre de 2010

El ego, la conciencia y el corazón


Sólo cuando desaparece el Ego y surge la conciencia podemos pensar con el corazón”
Demasiado a menudo nos recreamos en nuestras penas. Pensamos, cuando algo en la vida no nos sale como quisiéramos, que somos los más desgraciados, que la vida nos trata mal, que nosotros somos buenos y merecemos ser felices.
Recrearse en el dolor de una pérdida no es sano. Es sabido que cuando alguien desaparece de nuestras vidas, por cualquier circunstancia, por cualquier avatar, sufrimos. No nos gusta prescindir de lo que consideramos nuestro y con las personas que nos rodean pasa que las sentimos de nuestra propiedad y que nunca deben irse de nuestro lado.
Cuando alguien muere hay que hacer duelo. El tiempo de luto no es ni más ni menos que eso.
Pero pasado ese tiempo la vida ha de seguir, la vida ha de continuar. Flaco favor nos hacemos a nosotros mismos y a los que nos rodean si constantemente nos hacemos los mártires, los más desgraciados.
La vida es ¿maravillosa? No, la vida es lo que es, una sucesión de días con sus noches en los que tratamos de sobrevivir, en los que hacemos lo imposible por ser felices, por estar tranquilos, por sortear lo que nos hace daño, por trabajar en lo que nos gusta, por disfrutar con un libro, por deleitarnos con música, por recrearnos en una comida que nos haga sentir bien, por amar, por sentir la compañía de alguien a nuestro lado, por buscar amigos que nos conforten...
La vida es eso y alguna que otra cosa más. Lo importante es que cuando alguien nos deja sepamos afrontar el hecho y ver si tiene algo de positivo. Aferrarnos a eso y seguir hacia delante, sin mirar atrás, con la ilusión puesta en lo que vendrá, pero sin recrearnos en el dolor de lo que se fue. Dijo alguien, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Y es cierto, siempre es cierto.
Sólo cuando pensamos con el corazón podemos dejar que el que se fue lo haga en paz.
maría

No hay comentarios:

Publicar un comentario