martes, 19 de junio de 2012

La ciudad dormida...



‎La ciudad dormida de los poetas muertos,
transita lenta y melancólica por los senderos del tiempo.
El esplendor de antaño, apagado, víctima del miedo,
escondido en lo más profundo, yerto.
La ciudad del sentimiento, herida siempre,
olvidada y consternada... Aún queda gente que te ama,
porque siempre serás la cuna del que te cantó,
con versos libres, desde el fondo de su alma.
maría



domingo, 10 de junio de 2012


Qué silencio tan extraño, como dice mi amada y querida amiga Elisa. ¿Qué nos queda en esta vida en la que nos están despojando de toda esperanza para avanzar?. ¿Qué teníamos que no nos hayan quitado, intervenido?. Hasta la ilusión. Primero hipotecamos nuestras vidas ansiando vivir de una manera tan vacía. Y ahora que ya no queda nada, que ni casa, ni trabajo, ahora nos damos cuenta de lo equivocados que hemos estado. Vivir para tener es el mayor error que una persona puede cometer en su vida. Vivir para ser, ese es el camino, esa era la bifurcación que deberíamos haber tomado en el trayecto. Ser inteligentes, ser amables, ser generosos, ser amantes, ser como los animales de la selva, comer para vivir y vivir para sentir; criar a los hijos como buenas madres y como buenos padres, disfrutar de su niñez, alimentarlos con el pecho que da la vida, abrazarlos y arroparlos, calmar sus miedos, curar sus enfermedades, con cariño y paciencia.
Se nos pasa la vida anhelando tesoros imposibles, adorando al dios del dinero, para tener dos casas, dos coches, dos cuentas corrientes. En definitiva para tener y tener y nos olvidamos del ser.
Porque yo quiero que mis hijos sean buenas personas, que sepan valorar lo que no se compra, que disfruten del sol, que no por estar ahí cada día vale menos. De la luna, que no por salir a lucirse cada noche tiene menos importancia. Del bosque, del mar, de la naturaleza que no para de darnos pistas de como vivir y casi nunca la escuchamos.
¿Qué nos queda? La fe en nosotros mismos, la capacidad de reinventarnos, de resurgir como el ave fénix de nuestras propias cenizas. Se lo debemos a los que murieron por la libertad, a los que fueron asesinados por querer ser libres, por amar la vida; a esos que pelearon por lo derechos que hoy día, entre todos, nos hemos encargado de patear y pisotear una vez más. Se lo debemos a nuestros hijos, que tal vez aún no puedan hacer oír sus voces pero que con sus miradas nos suplican que el miedo no nos haga arruinar el mundo que les va a quedar por herencia a ellos. Nos lo debemos a nosotros mismos. Porque vivir con la mirada agachada nos oprime el alma, porque tragar y tragar nos hace ahogarnos en nuestra propia vergüenza y en una cobardía que no nos pega, que no nos deja avanzar. Vivir para soñar y hacer esos sueños realidad. Eso es lo que tenemos que hacer, esa es nuestra obligación, nuestra tarea para hoy, mañana, y hasta el día que se nos oiga y se nos tenga en cuenta. No queremos más mentiras, no queremos más engaños y no queremos en el poder a ladrones hijos de satanás que roban el pan de nuestras familias y nos quitan el derecho a sentirnos dignos.
Qué triste me siento desde hace tiempo, pero lo que quiero es cambiar esa tristeza por rabia. Que la tristeza me paraliza y yo lo que quiero es luchar por lo que es digno y por lo que es nuestro.
maría